¿Qué son el Descenso y el Freeride?
El descenso o DH (iniciales de la palabra inglesa downhill) es la disciplina más arriesgada del Mountain Bike. También es la menos practicada por el nivel de compromiso y control técnico que requiere. Un esfuerzo corto y explosivo (unos 3 minutos en cada ruta) con un grado de especialidad enorme para domar las pendientes más pronunciadas, salpicadas de saltos impresionantes y curvas vertiginosas. Por estas razones necesitas una bici muy especial.
¿Cuál es el cuadro más adecuado para esta disciplina?
Al tratarse de una disciplina tan específica como DH, el cuadro tiene que ser también específico, con una geometría que cualquiera podría reconocer por su intento de conseguir el máximo recorrido posible en la suspensión, la mayor precisión en la conducción y una gran estabilidad a toda velocidad. Para ello, el cuadro cuenta con vainas muy cortas y un ángulo de ataque abierto entre 65 y 63º.
La gran mayoría de modelos de esta disciplina están fabricados con aluminio para soportar mejor la fuerza física provocada por la recepción de los enormes saltos que hay en esta práctica. Los modelos tope de gama (para competidores que luchan por cada segundo) hasta usan carbono. La solución más eficaz es montar un triángulo delantero de carbono por su respuesta y un triángulo trasero de aluminio por su resistencia.
Para el tamaño de las ruedas existen múltiples opciones. Las ruedas de 26 pulgadas que fueron hegemónicas están en proceso de extinción, aunque todavía quedan. Las ruedas de 27,5" se aprovecharon de ello por su excelente equilibrio entre la respuesta de las 26 pulgadas y la facilidad de pilotaje de las 29 pulgadas. Pero debemos destacar que, con el impulso de algunos pilotos profesionales, las ruedas de 29" cada vez son más comunes. En realidad, todo es una cuestión de gusto y de la estatura del rider. Por ejemplo, unas ruedas de 29 pulgadas seguro que son una ventaja para los pilotos que midan más de 1,70 m.
¿Y el equipamiento más adecuado?
Además de una horquilla y un amortiguador con un recorrido entre 200 y 220 mm capaces de soportar las recepciones más duras, el otro componente clave es el sistema de freno. Los frenos deben tener discos de 180 o 200 mm como mínimo, y si es posible, con ventilación para que no alcancen temperaturas muy elevadas. Los puentes tienen que ser de 4 pistones para conseguir una mordiente total y las pastillas de compuesto metálico porque resisten mejor la temperatura y garantizan la eficacia de la frenada durante todo el descenso.
Por último, las cubiertas marcan en gran medida la calidad de la conducción. Sea cual sea el terreno (mojado, seco, rocoso), la mejor opción es una cubierta ancha (al menos de 2,40 mm de sección) con tacos gruesos en los flancos para asegurar el máximo agarre posible en las frenadas y las curvas. La goma de la cubierta se recomienda que sea relativamente blanda (sobre todo en la rueda delantera) para pegarse al terreno y absorber los obstáculos sin problemas.
